miércoles, 27 de diciembre de 2006

POR QUE DERECHOS PARA LOS ANIMALES


¿Por qué derechos para los animales? En nuestra sociedad los animales son considerados meros recursos, propiedades de las que podemos disponer para nuestro uso. Rara vez nos detenemos a pensar en el sufrimiento que éstos padecen o en la actitud que hacia ellos mantenemos. Aunque mostramos cierta preocupación por determinados animales (como gatos, perros y algunos animales salvajes), la gran mayoría son tratados con absoluta desconsideración. Sin embargo, no es necesario que un animal sea bonito o posea actitudes o rasgos que nos recuerden a los poseídos por los humanos para que pueda sentir. Tanto una trucha como un cerdo, una gallina o una rana, tienen la capacidad de sentir bienestar, dolor o angustia. Sus vidas son tan importantes para ellos como las nuestras para nosotros y, así, se defienden en los casos en los que pueden hacerlo. A la hora de tener en cuenta los intereses de alguien resulta irrelevante el que sea macho o hembra; negro, blanco o verde; el que tenga dos patas o cuatro; nade, vuele o ande. De la misma manera, lo inteligente que alguien sea no debería afectar al respeto que mostramos por ese individuo, pues esto no repercute en su capacidad para sentir. El hecho de que un bebé, una vaca o un ser humano con una discapacidad mental profunda no sean capaces de leer filosofía, hacer cálculos matemáticos o juicios morales no significa que sus intereses sean menos importantes. Lo que importa es que todos ellos experimentan placer y dolor. Nuestros intereses es lo único que puede determinar los derechos que debemos tener. La desconsideración por los intereses de los animales Es importante tener en cuenta que las situaciones en las que los intereses de los animales son frustrados no constituyen casos aislados de abuso. Por el contrario, éstas son consecuencia de una actitud generalizada hacia el resto de animales no humanos predominante en nuestra sociedad, que recibe el nombre de especismo. Con este término, acuñado hace unos treinta años, se denomina la discriminación arbitraria de los individuos basada en la especie a la que pertenecen. Este prejuicio contra los animales de otras especies pasa por alto el hecho de que éstos, al igual que los humanos, son seres con capacidad de experimentar placer y sufrimiento, pues también poseen un sistema nervioso. A veces se afirma que son otras capacidades, tales como el uso del lenguaje u otras aptitudes intelectuales, las que importan. De ser así, sólo ciertos seres humanos deberían ser tenidos en cuenta. Algunos, como los discapacitados mentales o los recién nacidos, no serían merecedores de respeto al no satisfacer tales criterios. Sin embargo, esto es algo que la mayoría de nosotros encontraría inaceptable. Y es que, como ya hemos visto, lo que denominamos inteligencia no afecta en absoluto a la capacidad de sentir. Es por esto que las necesidades e intereses de los animales incluido su interés en vivir- deben ser tenidas en cuenta, sin que nuestra consideración se reduzca sólo a ciertos aspectos de su bienestar. El derecho de los animales a la vida A veces se afirma que el respeto hacia los intereses de los animales no implica necesariamente el respeto hacia sus vidas. Esto serviría como justificación para seguir utilizándolos, siempre que se les cause el menor sufrimiento posible. Pero, al margen de la dificultad de explotar y matar a alguien sin causarle sufrimiento, adoptar tal posición implica olvidar la importancia fundamental que tiene la vida para los animales. Los animales que poseemos la capacidad de disfrutar tenemos interés en vivir, por la simple razón de que una vez muertos no tenemos posibilidad alguna de volver a experimentar ninguna clase de bienestar. La muerte nos perjudica no porque sea en sí misma una situación desagradable, dado que una vez muertos dejamos de tener sensaciones. La muerte nos perjudica porque acaba con la posibilidad de que tengamos más experiencias positivas. Es por esto que los animales tenemos un interés en continuar vivos. De hecho, en situaciones normales, los animales llegamos a soportar cantidades considerables de dolor si ello es necesario para mantener nuestras vidas. Todos los seres con la capacidad de sentir deberían poseer el derecho a la vida, a una vida en libertad y sin que se les inflija sufrimiento. Para conseguir esto debemos comenzar por abandonar la idea de que los animales son seres cuyos intereses importan menos que los de los humanos. ¿A dónde nos conduce todo esto? La utilización de los animales les provoca sufrimiento y muerte, y es por tanto injustificable. Regular su explotación no supondrá una diferencia significativa en lo que respecta a la frustración de sus intereses y sólo reforzará la idea de que es correcto usarlos como recursos. La única solución es dejar de tratarlos como si fueran cosas y establecer derechos legales que los protejan. Transformar la situación actual está en nuestras manos: evitando usar productos que impliquen utilizar a animales salvaremos a millones del sufrimiento y la muerte.

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